El arte ¿es arte?
Vicente Verdú
Los blasones mágicos del vuelo tropical1947
Óleo sobre lienzo
64,5 x 73 cm
Colección Fundación Eugenio Granell
Óleo sobre lienzo
64,5 x 73 cm
Colección Fundación Eugenio Granell
En otros momentos nos habría exasperado tanta banalidad, rayando el
timo, expuesta en las mejores galerías y en prestigiosos museos, pero
ahora, progresivamente, casi lo mismo nos da. La belleza hace tiempo que
se escindió del producto artístico y siendo posible aceptar que lo feo
sea altamente interesante, que las vísceras en corrupción del buey en
una muestra despierten sensación o que las vaqueros rotos, los zapatos manchados, los muebles en découpage y las calaveras tatuadas sean buena parte de nuestro repertorio estético ¿cómo ponerse finos ante la creación?
Gombrich decía, mucho antes de que las cosas llegaran a este extremo,
que “arte es aquello que los artistas dicen que es arte”. Se trataba
así, por este supercrítico, de salir airosamente del trago. Si los
ebanistas hacen muebles de todas clases, los artistas hacen arte, sea de
la forma y composición que sea.
La novedad, sin embargo, tratada el jueves por el profesor Calvo
Serraller en su excitante conferencia del Reina Sofía es que, a fuerza
de aceptar la belleza convulsa de los bretonianos —una belleza
fuera de todo canon y saciada de libertad hasta el vómito, cuyo interior
ha estallado en pedazos y de cuyos cascotes han ido produciéndose
manifestaciones; unas llamativas y otras, ni fu ni fa— lo bello ha
abandonado su trono imperial cargado de oros y el pasto del pueblo
liberado ha adquirido las mil caras de la libertad y la fast food.
Las galas de Nadja1950
Óleo sobre lienzo
24 x 32 cm
Colección Fundación Eugenio Granell
Óleo sobre lienzo
24 x 32 cm
Colección Fundación Eugenio Granell
Antes del siglo XVIII, antes de la liberadora Ilustración, la belleza
se hallaba enjaulada en reglas divinas que como la simetría, la
proporción, el ritmo evocaban las leyes matemáticas que son, con
Pitágoras, las leyes de Dios.
Tan pulcra como la matemática, tan digna y exacta como ella, la
belleza era casi una ciencia para cuya producción era necesario aprender
meticulosamente un oficio y seguir severamente sus órdenes y
principios. Hoy, sin embargo, brotan músicos y escritores y pintores por
todas partes. Es una belleza de puertas abiertas, el desorden es su
correlato natural.
La pretensión de la belleza, como se ve en los escotes, en los cortes
de pelo, en la arquitectura o en las faldas, no es simétrica sino
asimétrica. La desproporción, el exceso, se impone espectacularmente a
la precisión; y lo atonal, lo arrítmico pugna por hacerse oír mejor.
Una creación como la de la marca Desigual y las últimas colecciones
de Custo Barcelona son un ejemplo cercano de la nueva belleza tan
convulsa que, si parece colapsar en el proyecto, no llega nunca a la
postración, sino a la sensación.
De ese universo estético está hecha actualmente la polimoda. Porque
ahora no hay ya una moda imperante o única como no hay ningún canon de
belleza superior. En las noticias de cada día la fe se intercambia
bélicamente (convulsamente) con la blasfemia, lo minimal con el barroco, las prendas de Ralph Lauren con los serios modelos de Dior, el miedo de todos nosotros por un pavor mayor.
Este fin de semana se celebra en Madrid la operación Open Studio
con el propósito de “abrir las puertas” de los espacios de los artistas
a los galeristas, los coleccionistas, los críticos y los vecinos. Todo
se mezcla en una promiscuidad de expertos y profanos, de gentes con
juicio, con prejuicios y sin nada que opinar.
El arte se ha despojado de sus hábitos místicos y es carne de
mercado. Y el mercado, como la crisis enseña, es tan errático como
desequilibrante, tan desproporcionado como famoso, tan arrítmico como un
infarto, tan decisivo como invisible.
El arte, ¿es arte? A estas alturas qué más dará esta etiqueta
ancestral. La política, la economía, la sociedad y la cultura se hallan
en una era cuyo máximo carácter es carecer de nombre propio. En estas
condiciones de perdición, deslocalización, desconcierto y apocalipsis ¿a
qué propiedades más o menos fijas podría la belleza aspirar?Ç
Fuente:
El arte de la conversación1976
Óleo sobre lienzo
121x91 cm
Colección particular
Óleo sobre lienzo
121x91 cm
Colección particular
Vicente Verdú nació en Elche en 1942.
Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la
Universidad de la Sorbona y es miembro de la Fundación Nieman de la
Universidad de Harvard. Escribe regularmente en el El País, diario en el que ha ocupado los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura.
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Los juegos de Venus1958
Óleo sobre lienzo
46 x 61 cm
Colección Fundación Eugenio Granell
Fuente de los cuadros:
http://cvc.cervantes.es/artes/granell/pintura.htm
Jinete del aire1944
Óleo / cartón
26 x 20 cm
Colección Fundación Eugenio Granell
Óleo sobre lienzo
46 x 61 cm
Colección Fundación Eugenio Granell
Fuente de los cuadros:
http://cvc.cervantes.es/artes/granell/pintura.htm
Jinete del aire1944
Óleo / cartón
26 x 20 cm
Colección Fundación Eugenio Granell
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