Un buen día la
alcaldía le encargó un gran caballo para una plaza de la ciudad. Un
camión trajo al taller el bloque gigante de granito. El escultor empezó a
trabajarlo, subió a una escalera, a golpes de martillo y cincel. Los
niños lo miraban hacer.
Entonces los niños
partieron de vacaciones, rumbo a las montañas o el mar. Cuando
regresaron, el escultor les mostró el caballo terminado. Y uno de los
niños, con ojos muy abiertos, le preguntó:
-Pero... ¿Cómo sabías que adentro de aquella piedra había un caballo?
(Días y noches de amor y de guerra)
La función del arte/ 1
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niños y su padres alcanzaron por fin aquellas
cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus
ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el
niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
¡Ayúdame a mirar!
(El libro de los abrazos)
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